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Una auténtica evolución en el mundo del diseño, una apuesta por la calidad de las piezas con la tecnología como aliadas. La irrupción en el mercado de las impresoras 3D ha abierto una nueva puerta a la producción de piezas de metales: de la pieza de cera tradicional, ahora es posible crear algo tangible a partir de un diseño realizado en un ordenador con solo pulsar imprimir.
Una novedad que, sin duda, ha traído consigo un salto cualitativo en un aspecto fundamental de cualquier creación con metal: su prototipo.
Las impresoras en 3D no son solo una moda sino, para determinados sectores de la industria, una auténtica oportunidad no solo para mejorar sus ejecuciones sino también para optimizar sus departamentos de desarrollo. No se les puede negar la importancia que en apenas unos años han cobrado y los datos no hacen más que avalar que han venido para revolucionar el mercado del diseño: según la consultora tecnológica Gartnet, el 2015 experimentará un crecimiento significativo en este mercado. La previsión de ventas de impresoras 3D marca el que es, a todas luces, el primer hito de su historia: este año, el sector de la impresión en 3D experimentará un crecimiento del 49%. Un desarrollo espectacular para una tecnología a la que, todavía hoy, le queda mucho que decir en sus aplicaciones prácticas.
Porque ese es el principal motivo de su éxito: la práctica. Imprimir lo intangible, materializar en apenas unos minutos una pieza de pequeño o de gran tamaño. Convertir algo que solo podemos ver en una pantalla en algo absolutamente real, creado del material que se necesite según el tipo de sector en el que se emplee. Son tantos los horizontes que abre esta innovación que no hay sector que se resista a sus bondades: desde las aplicaciones médicas a la mismísima NASA pasando por artesanos pasteleros (sí, la gastronomía también busca este tipo de soluciones), muchos ya han descubierto hasta qué punto esta impresión en 3D puede ser un socio perfecto.
Y si estas impresoras que hacen real lo irreal son importantes en otros sectores, en el del trabajo con metales cuando se apuesta por el I+D son una herramienta más. Gracias a su tecnología, es posible crear una pieza en minutos. Un punto de partida creativo perfecto previo a crear su molde que, además, optimiza los costes de su prototipado: el hecho de poder «imprimir» cada pieza permite limar su diseño, mejorar aspectos que sobre el papel no son perceptibles o incluso poner a prueba el material con el que están realizados con esta impresión piloto.