El showroom se ha convertido en un escaparate privilegiado para cualquier marca de moda. Un auténtico anticipo de lo que se vive en las pasarelas, de las tendencias que imperan año tras año en un sector en el que el diseño y vanguardia marcan la pauta.
Pero ¿por qué el showroom se ha consolidado como una pasarela previa a la de los focos?
El showroom es, en sí mismo, una auténtica herramienta de marketing. Una toma de contacto entre nuevas colecciones e influenciadores del mundo de la moda que permite medir a priori el éxito de una nueva propuesta. Gracias a estos espacios a puerta cerrada dirigidos para quienes son auténticos prescriptores, las marcas (especialmente, las firmas de lujo) pueden evaluar sus nuevas propuestas.
Propuestas en las que el diseño, la vanguardia y la creatividad son los elementos de juicio de quiénes deciden qué es o no tendencia. Incluso más importante es el hecho de que los showroom son una carta de presentación comercial dirigida a la venta. Un muestrario convertido en realidad, con espacios cuidados y que juegan con los espacios como parte de su éxito, para atraer potenciales compradores.
Precisamente por este aspecto comercial, el showroom es una herramienta vital para quienes quieren diferenciarse en el mundo de la moda. Algo que marca en muchas ocasiones una carrera contra el tiempo: llegar a esas citas con rigor, calidad y sin un solo detalle al azar.
Motivos más que suficientes para elegir correctamente no solo qué mostrar sino, sobre todo, mostrarlo con calidad. Un fundamento básico en el que reside, más allá de la creatividad, que una colección del tipo que sea marque un punto y seguido. El gran objetivo de cualquier marca.